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En la pedagogía constructivista se suele denominar así al conjunto de contenidos actitudinales y procedimentales, más que nocionales, que configuran el esquema global de los diseños curriculares, es decir de los programas y programaciones que deben regir la docencia.
Los ejes o núcleos verticales (las columnas que sostienen las estructuras didácticas) son la áreas, materias, asignaturas formales: lingüística, social, numérica, fisicoquímica, etc.
Los ejes verticales (las vigas que enlazan las columnas) son los conocimientos prácticos y los estilos docentes que configuran los criterios más que las informaciones y las actitudes más que los esquemas mentales. Afectan a aquellos sectores que dan el tono, el estilo, el talante, a las formas docentes: tolerancia y comprensión, apertura y pluralismo, identidad sexual y satisfacción en ella, convivencia y respeto, salud y ecología, autoafirmación y ecumenismo.
Estos ejes religiosos tienen muy que ver que la formación moral y religiosa, la cual debe contener una carga suficiente de información y de documentación que aseguren la cultura religiosa sobre la propia religión. Pero deben tener también una gran dosis de esos valores humanos y comportamientos sociales que hace al creyente excelente ciudadano y al ciudadano inteligente hombre creyente y trascendente. Los ejes transversales aluden al entorno y al contexto en el que se plantan los ejerces verticales y ello resulta muy positivo en los aspectos religiosos y morales.
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